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30. Caballitos y playa.

  

   ¡Qué gustico! Ya ha llegado el viernes y el veranito ya asoma al otro lado del puerto de la cadena. El calorcico ya entra en las casas desde las seis de las mañana y no se va hasta bien entrada la madrugada, lo único positivo es que se acercan las vacaciones.

   Comienzan los fines de semana playeros, las gambitas, los calderos y las fiestas en bares al aire libre, y para mi sobretodo es la época festivalera.

   Hay muchos y me gustaría ir a todos, pero como siempre iré a uno si me apuras, aunque este verano lo voy a tener más movidito de lo normal, seguramente voy a parar poco por la casica playera que tienen mis padres en Santiago de la Ribera, quizás aparezca poco por el “Quijote” a tomarme las cervecitas de rigor.

   Recuerdo los veranos en los que me dedicaba a dormir, tomar café y salir de marcha, que tiempos aquellos, muchas veces te pones a pensar y daría gusto poder rememorarlos de vez en cuando, pero como casi todo, te haces mayor, trabajas y los amigos veraniegos ya no van tanto como a uno le gustaría.

   Entonces las fiestas se reducen de ser diarias a ser esporádicas, que tampoco es para quejarse, así las disfrutamos con más ganas y ahora estamos en la edad en que cambiamos las salidas nocturnas por los viajes.

   ¡Ponte una cervecita con unos caballitos! Así me gustaría pasarme los dos meses de verano, en el chiringuito playero abarrotado de gente, por no hablar de los domingueros en la orilla del mar menor, eso es tremendo, con la mesa, la sombrilla, las sillas y con lo más importante, la nevera.

   Menudo follón dan los chiquillos, aunque es de entender al ver el mar, aunque sea repleto de medusas un mal endémico de nuestras costas, una vez por semana debe hacer mucha ilusión, por eso estás en el agua y estás esquivando las medusas junto a la tromba de agua que te tiran el grupo de chavales que tienes al lado, pero tampoco hay que quejarse, todos alguna vez hemos sido niños ¡Qué veranos de diversión!.

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